Monday, March 29, 2010

El 6 por 8 se lleva en el corazón

Como músico venezolano radicado momentáneamente en el exterior, no sólo sufro de la falta de arepas, pabellón, queso guayanés, tequeños, ron, pirulín, arepas de chicharrón, nata, tajadas, la playa, los amigos, el ávila, etc. (me podría encadenar, y eso es algo que sí que no extraño), también sufro de estar lejos de una de las cosas más grandes que considero tenemos los venezolanos: nuestra música.

Esta lejanía es terrible. Aquí no tengo la posibilidad de ir a Discovery un miércoles por la noche a escuchar las nuevas propuestas de la MAU (Movida Acústica Urbana), donde se despliegan bandas con visiones geniales de lo que nuestra música puede ser. Bandas como C4trío, Nuevas Almas y Kapicúa, que no sólo hacen música venezolana, sino que la llevan hacia otro nivel. Ver a estas bandas y la calidad de los músicos que la integran me hacen pensar en el infinito potencial que tiene la música venezolana. Aquí no puedo ir a un concierto de Aquiles Báez tocando con todo su combo de amigos. Son las más bellas melodías con los más intrincados ritmos, pero al final todo suena como debería de sonar. Y bueno, nombres me sobran cuando me pongo a pensar en jazz venezolano. BAK trío, formado por Diego Álvarez, Roberto Koch y Rafael Brito. Simplemente un cuatro, un contrabajo, y un cajón flamenco (no respectivamente, jeje), pero es impresionante como se puede hacer tanto con un ensamble que a primera vista puede verse limitado. Pero es que las posibilidades de nuestra música van más allá de la instrumentación, pero ya hablaré un poco más de eso.

No sólo el jazz es lo que extraño. Hay mucha música genial cocinándose en Venezuela. Uno de los mejores ejemplos para mí es el de Gaélica (mi mejor amiga que toca violín recientemente ingresó a la banda y grabó un disco navideño muy bonito, comprenlo). Una banda que se ha enfocado en World Music en todo el amplio espectro de lo que ese género engloba: la música venezolana y la irlandesa juntan fuerzas para crear un mundo musical donde todos los estilos tienen algo que aportar. El rock también está levantando vuelo. ViniloVersus y La Vida Boheme han logrado una base de seguidores de la cual estoy sumamente orgulloso (y un poco envidioso, debo admitir). Pero lo importante no sólo es la base de seguidores, sino que la producción musical tiene una visión muy clara de lo que quiere hacer, y eso es muy muy importante. No me puedo olvidar de Wahala, amigos a quienes les tengo mucho respeto y admiración. Todos estos artistas no hacen más que llenarme de orgullo.

Uno de los problemas es que no todo el mundo posee el aprecio que yo tengo por la música venezolana. Tiene algo que ver con el autoestima propio de un país y su gente. Antes era muy común decir que si una banda era venezolana era mala. Hoy me siento muy tranquilo sabiendo que esa situación ha mejorado. Sin embargo, sigue sin existir una verdadera infraestructura que pueda soportar y permita desarrollarse a todo este talento que tenemos en nuestro país. Un gran amigo una vez me dijo que la música, al igual que todo sector productivo de un país, necesita de inversión para que se desarrolle y pueda retribuir. El asunto no es sencillo, pero un gran paso es tener a todo el talento que tenemos y que este talento luche por nuestra música. Recientemente ha surgido Cacao Records, que ha permitido sacar a la venta material de calidad. Se que no es perfecto, pero hay que tomar en cuenta que el negocio de la música es uno muy difícil.

Sin embargo, creo que se puede. El primer paso lo están dando los mismos artistas, pues cada día vemos más artistas haciendo lo imposible por traer a la vida sus producciones con medios propios (yo estoy en ese paquete, aquí pueden acceder a mi material http://www.myspace.com/luisdelias, espero que les guste). Un tremendo ejemplo es mi amigo Antonio Mazzei, brillante pianista que me ayudó con mi grabación. Quieren escuchar talento emergente con propuestas nuevas? Búsquenlo en Myspace.

¿Qué hace nuestra música tan increíble? Demasiadas cosas. Los diversos ritmos, su complejidad enmarcada dentro de la musicalidad. Es una música que se presta a fusionarse con cualquier otro género de manera simbiótica. El otro género se nutre tanto de nuestra música como viceversa. El jazz venezolano es un gran ejemplo de cómo las posibilidades del jazz se nutren con el ritmo venezolano. Les recomiendo en este aspecto a Leo Blanco, pianista radicado en Boston cuyo último disco posee una calidad que yo comparo con la de artistas como Pat Metheny y Richard Bona. De verdad, la música venezolana tiene toda la posibilidad de ser un fenómeno mundial, y qué fenómeno sería. Stan Getz viajó a Brazil a explorar los ritmos brasileños, lo que dio a lugar el emblemático concierto que dio en el Carnegie Hall junto a Joao Gilberto, concierto que es una piedra angular en el género del Bossa Nova. Es hora de exportar nuestro talento, de querer nuestro talento, compartir nuestro talento. Hay mucha gente brillante haciendo cosas geniales en Venezuela y no debemos nunca olvidar que la cultura es vida (no debo olvidar mencionar al trabajo que ha hecho el sistema nacional de orquestas en Venezuela y el impacto que ha tenido).

Uno podrá escuchar toda la música que uno quiera, y eso es parte del enriquecimiento y de la inspiración, pero nunca debemos olvidarnos de quien somos, ni de donde venimos, porque sólo así podremos tener claro hacia donde vamos. No importa qué, el 6 por 8 se lleva en el corazón y en la sangre. De parte de uno queda darle vida.



Si les desperté el interés sobre nuestra música, aquí unos links


http://www.myspace.com/antoniomazzei
http://www.myspace.com/nuevasalmas
http://www.myspace.com/leoblancomusic
http://www.myspace.com/luisdelias




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